Jesús tomó aparte a los Doce y les dijo: "Estamos subiendo a Jerusalén y allí se va a cumplir todo lo que escribieron los profetas sobre el Hijo del Hombre: será entregado al poder extranjero; será burlado, maltratado y escupido, y después de azotarlo lo matarán. Pero al tercer día resucitará." Los Doce no entendieron nada de esto. Este era un lenguaje misterioso para ellos y no comprendían lo que decía.
Ya cerca de Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna.
Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué era aquello, y le dieron la noticia: ¡Es Jesús, el nazareno, que pasa por aquí! Entonces empezó a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!" Los que iban delante le levantaron la voz para que se callara, pero él gritaba con más fuerza: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!" Jesús se detuvo y ordenó que se lo trajeran, y cuando tuvo al ciego cerca, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?" Le respondió: "Señor, haz que vea.» Jesús le dijo: "Recobra la vista, tu fe te ha salvado." Al instante el ciego pudo ver. El hombre seguía a Jesús, glorificando a Dios, y toda la gente que lo presenció también bendecía a Dios. San Lucas 18:31,43
Para responder una pregunta como ésta, debemos formularnos otra para abrir un camino de reflexión. Entonces, ¿Qué ocupaba la vida y el tiempo de Jesús? Los evangelios subrayan que la tarea principal de Jesús y en lo que ocupó el mayor tiempo de su militancia fue el Reino de Dios, y no sólo eso:su mensaje y acción pastoral revolucionaria estuvieron direccionadas en ese sentido. En los evangelios se utiliza 122 veces el término Reino de Dios y Jesús lo menciona 90 veces en sus discursos y sermones.
Los aermones o discursos pastorales de Jesús eran profundos y amplios. En ellos se refirió a muchos temas, tomando hechos cotidianos para reflejar verdades irrefutables, pero en su mayoría tenían y tienen relación con el Reino de Dios. En su primer sermón público, luego de que El rey Herodes mandó a encarcelar a Juan el Bautista -al que posteriormente asesina con el propósito de silenciar su mensaje liberador- Jesús proclama “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios está cerca. Cambien sus caminos y crean en la Buena Nueva” San Marcos 1:14
El Reino de Dios es un proyecto de vida para el ser humano y la creación, e implica la transformación total de la realidad material y espiritual, presente y futura.
El Reino de Dios es una fuerza que crece y echa raíces en los sectores humildes que se abren a él.
En la última etapa de la misión de Jesús, él y sus discípulos/as van de camino a Jerusalén, pero antes les advierte que allí será entregado, maltratado y asesinado. También les promete que vencerá la muerte al tercer día, levantándose de entre n los muertos. Pero los discípulos/as y seguidores/as no entendieron lo que Jesús les decía porque estaban ciegos, no comprendían el camino de la cruz, no lograban interpretar ni discernir la realidad.
En este camino Jesús se encuentra con el ciego y mendigo, quien previamente atraído por el bullicio y los cientos de pasos a su lado comienza preguntar qué pasaba: “¡Es Jesús, el nazareno, que pasa por aquí!”, dijo un vecino. Entonces este hombre, sin poder ver a Jesús e increpado por la muchedumbre que pretendía que se callara, fue capaz de reconocer la misión salvífica de Jesús, el Hijo de Dios: “llevar buenas nuevas a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos, que pronto van a ver; para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.” (San Lucas 4:18).
La fe de este hombre pobre y ciego le permite reconocer que Jesús es portador de la liberación y salvación, por lo tanto estaba seguro de que lo sanaría. Entonces grita y grita… y grita más fuerte hasta que Jesús se detiene, lo llama y le pregunta qué quiere que haga. Estos eran los ojos de la fe.
Y esto es así: si hay algunas cosas que nunca podrán robarles a los pobres y humildes de nuestro pueblo, son la esperanza y la posibilidad de seguir soñando.Por esta razón hoy siguen gritando por las calles de nuestra ciudad, porque quieren recuperar lo que perdieron, como el ciego; y gritan más fuerte y aunque nadie se detiene y los llama, ellos saben que Jesús lo hace a cada momento.
Hermanos y hermanas: en común-unidad sigamos uniendo nuestras voces de fe a ese grito esperanzado y esperanzador.
Pastores Diego Mendieta y Gabriela Guerreros
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