Grita con fuerza y sin miedo. Levanta tu voz como trompeta y denuncia a mi pueblo sus maldades, y sus pecados a la familia de Jacob. Según dicen, me andan buscando día a día y se esfuerzan por conocer mis caminos, como una nación que practica la justicia y no descuida las órdenes de su Dios. Vienen a preguntarme cuáles son sus obligaciones y desean la amistad de Dios. Y se quejan: “¿Por qué ayunamos y tú no lo ves, nos humillamos y tú no lo tomas en cuenta?” Porque en los días de ayuno ustedes se dedican a sus negocios y obligan a trabajar a sus obreros. Ustedes ayunan entre peleas y contiendas, y golpean con maldad. No es con esta clase de ayunos que lograrán que se escuchen sus voces allá arriba. ¿Cómo debe ser el ayuno que me gusta, o el día en que el hombre se humilla? ¿Acaso se trata nada más que de doblar la cabeza como un junco o de acostarse sobre sacos y ceniza? ¿A eso llamas ayuno y día agradable a Yavé? ¿No saben cuál es el ayuno que me agrada? Romper las cadenas injustas, desatar las amarras del yugo, dejar libres a los oprimidos y romper toda clase de yugo. Compartirás tu pan con el hambriento, los pobres sin techo entrarán a tu casa, vestirás al que veas desnudo y no volverás la espalda a tu hermano. Entonces tu luz surgirá como la aurora y tus heridas sanarán rápidamente. Tu recto obrar marchará delante de ti y la Gloria de Yavé te seguirá por detrás. Entonces, si llamas a Yavé, responderá. Cuando lo llames, dirá: “Aquí estoy”. Si en tu casa no hay más gente explotada, si apartas el gesto amenazante y las palabras perversas; si das al hambriento lo que deseas para ti y sacias al hombre oprimido, brillará tu luz en las tinieblas, y tu obscuridad se volverá como la claridad del mediodía. Yavé te confortará en cada momento, en los lugares desérticos te saciará. El rejuvenecerá tus huesos y serás como huerto regado, cual manantial de agua inagotable. Volverás a edificar sobre las ruinas antiguas y reconstruirás sobre los cimientos del pasado; y todos te llamarán: El que repara sus muros, el que arregla las casas en ruinas. Isaías 58:1-12
Reflexiones - Dimensión de Fe Semanario Oficial de la Comunidad Dimensión de Fe, una Iglesia de todos y para todos... (Asociación La Iglesia de Dios) Pensamientos Reflexiones y Noticias que abordan temas actuales desde una perspectiva Teológica y Pastoral. Av. Juan B. Alberdi 5250 (Mataderos), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
Isaías fue uno de los profetas más destacados del Antiguo Testamento, y al igual que sus compañeros (profetas) luchaba por la justicia y la paz para su pueblo. Un día del año 740 a.c. Isaías tuvo un encuentro con Dios y en un acto de fe aceptó la misión profética. Siempre estuvo dispuesto y entregó su vida hasta las últimas consecuencias y no lo atemorizó ir contra la corriente ni titubeó al decir lo que nadie decía. Desató ligaduras de impiedad, denunció la opresión de los poderosos y se identificó con el dolor, el sufrimiento y las esperanzas de los débiles de su época que no gozaban de una vida digna. Isaías creía en un mundo nuevo y no en un mundo un poco más justo, sino en un mundo verdaderamente justo.
La labor de todo profeta era y es proclamar el mensaje liberador de Dios: un mensaje que denuncia el pecado en todas sus formas, llama a un genuino arrepentimiento, anuncia el perdón y la esperanza para todas y todas.
Los pueblos latinoamericanos también fueron testigos de valiosos y grandes Profetas: Carlos Mugica, Mauricio López, Carlos Bustos, los Palotinos, Léonie Duquet y Alice Domon, Enrique Angeleli, Arnulfo Romero, Camilo Torres… como tantos otros/as que no escatimaron sus vidas, sembrándolas hasta la muerte; y de aquellos/as que desgastaron sus vidas caminando como Gabriel Vaccaro, Patricio Rice, Samuel Ruiz Garcia...
En el texto de hoy (Isaías 58:1-12), el Profeta habla del “Ayuno verdadero” y nos relata que los habitantes de Judá ayunaban para que Dios los escuche y les responda. Por ejemplo, en sus oraciones públicas solían pedir que Dios les enviara la lluvia, pero el silencio de Dios los afligía e inquietaba, entonces la queja no se hacía esperar. En el diálogo con los pobladores de Judá el Profeta Isaías les hacía ver la incapacidad de autocrítica que tenían. Ellos/as sostenían que buscaban a Dios día a día y que se esforzaban por conocer sus caminos, como una nación que practica la justicia y no descuida las órdenes de su Dios, por ello no entendían el silencio de Dios como una respuesta que los llamaba a repensar la vida.
EL AYUNO en realidad ocupa muy poco espacio en la Biblia: es la abstinencia de alimentos por motivos religiosos, Jesús lo aprobó pero hizo varias críticas por su mala práctica.
Cuando escribo esto no puedo dejar de pensar algunas realidades que tornan muy actual la lectura de este texto bíblico:
- Qué les diría el Profeta Isaías a aquellos sectores como las multinacionales, la Mesa de Enlace o los gremios cómplices de la humillación de cientos de personas -entre ellos/as niños/as- sometidas al trabajo esclavo y la explotación…
- Qué le diría a un Gobernador como Gildo Infran, representante del Gobierno Nacional en la Provincia de Formosa, quien expropió 1300 hectáreas desalojando violentamente a nuestros/as hermanos/as tobas; matando, quemando casas, dejando heridos/as por mano de la policía provincial.
- Qué le diría a un jefe de gobierno como Mauricio Macri, quien se jacta por deshacer la Ciudad de Buenos Aires, que expulsa a los pobres con patotas y discrimina a nuestros hermanos/as latinoamericanos/as.
- Qué les diría todos/as aquellos/as que piden bajar la edad de imputabilidad para ver a nuestros niños/as encarcelados.
Porque estos sectores y estos personajes también elevan sus plegarias públicas y también creen practicar la justicia y no descuidar el orden de “su dios”, y sus mediáticas quejas tampoco se hacen esperar.
En el texto bíblico Isaías denuncia la hipocresía de las prácticas religiosas mientras se desatienden las necesidades del prójimo. El profeta invita a pensar en las diferentes formas de violencia que se practican a diario; ya sea por un “patrón explotador” a sus empleados esclavos, como aquel joven sin educación ni cultura que golpea a otro por el simple y orgulloso hecho de ser boliviano, peruano o paraguayo; o como aquel esposo violento que manipula y maltrata a su compañera.
En nuestro tiempo también se ve y se habla mucho de violencia, y “los interesados” en el tema nos quieren hacer creer que se manifiesta solamente en los menores adolescentes, presentándolos como un peligro para la sociedad y no como un sector de la población que está en peligro. Nos quieren hacer creer que aquella mujer golpeada “algo habrá hecho, por eso el marido la golpea", y entonces niegan el femicidio que crece progresivamente. Nos quieren hacer creer que la “inmigración descontrolada” es la responsable lde a delincuencia y del narcotráfico. Entonces se esconden todos los maltratos y la violencia que se practican desde lo político aquellos que siguen apostando a la dominación y a la explotación de nuestro pueblo.
Esto a nosotros como Iglesia nos desafía a tomar un rol verdaderamente profético: que juntos podamos compartir el mensaje de Jesucristo , quien denuncia el pecado en todas sus formas, llama a un genuino arrepentimiento y anuncia el perdón y la esperanza de un futuro mejor para todas y todas.
Estimados hermanos y hermanas: la Ciudad de Buenos Aires, nuestro país y nuestros pueblos latinoamericanos están plagados de situaciones de violencia que demandan una actitud activa y comprometida desde el evangelio, aunque seamos incomprendidos y expulsados (o desalojados) como los profetas.
Pastores Diego Mendieta y Gabriela Guerreros
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