domingo, febrero 13, 2011

Sentarse a la mesa de los pobres y pecadores.

Sentarse a la mesa de los pobres y pecadores
"Jesús salió otra vez por las orillas del lago; todo el mundo venía a verlo y él les enseñaba. Mientras caminaba, vio a un cobrador de impuestos sentado en su despacho. Era Leví, hijo de Alfeo. Jesús le dijo: “Sígueme.” Y él se levantó y lo siguió. Jesús estuvo comiendo en la casa de Leví, y algunos cobradores de impuestos y pecadores estaban sentados a la mesa con Jesús y sus discípulos; en realidad eran un buen número. Pero también seguían a Jesús maestros de la Ley del grupo de los fariseos y, al verlo sentado a la misma mesa con pecadores y cobradores de impuestos, dijeron a los discípulos: “¿Qué es esto? ¡Está comiendo con publicanos y pecadores!” Jesús los oyó y les dijo: “No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.” San Marcos 2:13-17

Cuestionado y rechazado por los “maestros de la ley” por darle sanidad a un paralitico, Jesús prosigue su misión, él estaba decidido a acompañar a los débiles y olvidados, que eran víctimas del imperio romano y de los sectores religiosos.

El comentarista bíblico Willian Barclay dice: “Cautelosa e inexorablemente las puertas de la sinagoga se le iban cerrando a Jesús. Los guardianes de la ortodoxia judía le habían declarado la guerra. Ahora Jesús enseñaba, no en la sinagoga, sino a la orilla del lago. Su iglesia estaría al aire libre sin más techumbre que el cielo azul, y con la colina o la barca de pesca como púlpito. El Hijo de Dios fue excluido de lo que se consideraba la casa de Dios”.

El evangelista Marcos señala que Jesús iba andando por la orilla del lago y enseñaba. Sin dudas que esa era una de las maneras más comunes que tenían los rabinos para enseñar a sus discípulos. Marcos no especifica sobre qué enseñaba Jesús, pero conociendo lo que predominaba en su mensaje, podríamos decir que les hablaba acerca del Reino de Dios y del proyecto liberador de Dios para toda la humanidad y la creación, que radica en la transformación total de la realidad, presente y futura.

Cafarnaum era como un pueblo fronterizo: por allí pasaba una de las carreteras más grande de la época, de ahí que fuera también un centro aduanero. En aquellos días se pagaban impuestos de importación y exportación, y Cafarnaum tiene que haber sido un lugar donde se cobraban. Allí era donde trabajaba Mateo.

Todavía con los pies húmedos por la arena, y con una multitud que lo rodeaba, Jesús vio a Leví (También llamado Mateo) sentado en la cabina donde se cobraban los impuestos y le dijo “sígueme”, el cobrador se levantó y lo siguió.

Leví era funcionario público contratado por el Imperio Romano para cobrar impuestos a sus mismos paisanos. Este trabajo lo convirtió en una persona marginada, tanto en lo social como en lo religioso, por lo tanto también era un pecador impuro. Los cobradores de impuestos nunca fueron, son ni serán populares en ninguna comunidad, pero en el mundo antiguo eran odiados. La gente no sabía nunca exactamente cuánto tenía que pagar; los cobradores de impuestos les sacaban todo lo que podían y se forraban los bolsillos con el “vuelto” que les quedaba después de pagar al estado lo convenido. Al levantarse Leví del mostrador deja atrás una vieja y detestable manera de vivir la vida, sepulta las prácticas que reproducían la opresión imperial, rompe las cadena de esclavitud y servidumbre, estrangula el egoísmo, para unirse a las filas de los militantes de la vida y del evangelio.

Con el llamado que Jesús hace a este recaudador de impuestos, queda en claro la universalidad de la salvación. Todo el evangelio es para toda persona y para todas las personas, y está expresado en la figura del banquete, la mesa que todos/as estamos invitados/as a compartir . Sin embargo, para ser verdadero partícipe de esta comida, se necesita disposición y una actitud abierta al cambio radical de nuestras vidas.dejar atrás nuestros deseos de poder y de autosuficiencia, y seguir libremente el camino de la conversión, llevando como banderas los valores del reino y como una nueva manera de vivir.

Estimados/as hermanos/as: Sentarse a la mesa de los pobres y pecadores era una de las prácticas de Jesús en su tarea Pastoral y Profética. Su hábito de comer junto a ellos/as manifiesta su opción evangélica por los malmirados y vilipendiados de la sociedad. En este sentido como Iglesia Evangélica y Pentecostal que actúa en un territorio, que también es cuestionada y que sufre la censura por anunciar la buena noticia y acompañar decididamente a los sectores marginados de nuestra sociedad, debemos proseguir con la misión al estilo de Jesús sentándonos a la mesa de los olvidados y aunque las puertas se nos cierren, caminemos nuestros barrios, nuestras calles y plazas anunciando que un mundo nuevo es posible.

Pastores Diego Javier Mendieta y Gabriela Soledad Guerreros


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