Y SIN EMBARGO, VOS SOS NUESTRA ALEGRÍA
Señor de la Vida, Dios de Esperanzas:
cuánta alegría nos da el servirte en este tiempo,
que son tiempos de cambios, avances, retrocesos y contradicciones.
Sí, tiempos de valorados signos que anuncian tu liberación
y de preocupantes señales del plan diabólico del imperialismo,
pues los poderosos y sus aliados – aunque estén en crisis –
siguen acechando a nuestros pueblos.
Cuánta impotencia se siente en el acompañamiento a los débiles y pobres de la tierra, cuando se les niegan sus derechos, cuando se los echa de sus tierras y de sus viviendas, cuando se depredan los recursos naturales, cuando se criminaliza la protesta de los sectores populares, justamente para invisibilizar la opresión que atenta contra la vida de las personas y de tu creación.
Cuánto dolor nos trae la incomprensión por ser fieles a tu Palabra y sensibles a tu Espíritu, por el mensaje que pusiste en nuestros labios, llenándonos de rebeldía y amor.
Y sin embargo, Señor de la Vida, Dios de Esperanzas:
cuánta alegría nos da encontrarte en el rostro del obrero, en las manos de la mujer trabajadora, en los ojos de las niñas, niños y adolescentes, en la sonrisa gastada de los abuelos, en las zapatillas rotas de los pobres, en el carro de los cartoneros.
Cuanta alegría nos da abrazarte y encontrarte también en las personas que tuvieron el valor de elegir su sexualidad e identidad, en el guardapolvo de la maestra y en el hacha del campesino indígena.
Señor de la Vida, Dios de Esperanzas:
Cuánta alegría nos devuelve construir tu Reino de paz y justicia con nuestros merenderos y comedores comunitarios, dando vestido al desnudo, recibiendo y amando al que viene de lejos “cruzando fronteras”. Nos conforta seguir -pese a todo- luchando por la tierra y la vivienda junto a los olvidados, acompañando la esperanza y el dolor de los pueblos originarios, reclamando por más derechos para la mujer en una sociedad patriarcal, haciendo memoria del pasado oscuro y sangriento de las dictaduras y de décadas nefastas, denunciando las injusticias y anunciando tu esperanza. En fin, construyendo el presente para vivir en el futuro.
Señor de la Vida, Dios de Esperanzas.
Cuánta impotencia, cuánto dolor, y sin embargo y pese a todo sentimos tu presencia abrazándonos, Eso es lo que nos permite decir: cuánta alegría, Señor.
Amén.
Por Diego Javier Mendieta
Pastor de la Comunidad Dimensión de Fe,
una Iglesia de todos y para todos.
Marzo - 2012
1 comentario:
Reciban muchas bendiciones, les invito a mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com
DOY MI TESTIMONIO PARA LA GLORIA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
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