AL PUEBLO
LO QUE ES DEL PUEBLO
Querían pillar a Jesús en algo que dijera. Con ese fin le enviaron algunos fariseos junto con partidarios de Herodes. Y dijeron a Jesús: “Maestro, sabemos que eres sincero y que no te inquietas por los que te escuchan, sino que enseñas con franqueza el camino de Dios.
Dinos, ¿es contrario a la Ley pagar el impuesto al César? ¿Tenemos que pagarlo o no?” Pero Jesús vio su hipocresía y les dijo: “¿Por qué me ponen trampas? Tráiganme una moneda, que yo la vea.” Le mostraron un denario, y Jesús les preguntó: “¿De quién es esta cara y lo que está escrito?” Ellos le respondieron: “Del César.” Entonces Jesús les dijo: “Devuelvan al César las cosas del César, y a Dios lo que corresponde a Dios.” Jesús, pues, los dejó muy sorprendidos. San Marcos 12:13-17
En este pasaje, los fariseos y herodianos que políticamente eran adversarios se confabulan y conspiran para tentar a Jesús y tenderle una nueva trampa, pero Jesús aprovecha esta oportunidad para dar una lección. Lección que podemos aprovechar, como vecinos y vecinas de la Ciudad de Buenos Aires.
Jesús el Nazareno llama a sus seguidores, los que había adherido al proyecto del Reino de Dios, a mantener la integridad de sus vidas, es decir no manejar un doble discurso, patrón o estándar.
Cuando Jesús dice: “Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”, nos está diciendo que nos mantengamos siempre fieles a Dios. Y si de ser fieles a Dios se trata, no hay mejor manera que expresarlo siendo fiel a nuestro pueblo pobre y humilde, a los trabajadores y sus derechos, a nuestra madre tierra, a nuestros niños y adolescentes, a nuestros ancianos… a la vida. Nos está diciendo que le respetemos siempre, y no solo en el templo frente al público, sino en toda instancia de nuestra vida.
El Apóstol Pablo en su primera carta a Timoteo lo aconseja diciendo:
“Se debe orar por los que gobiernan y por todas las autoridades, para que podamos gozar de una vida tranquila y pacífica, con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agrada a Dios nuestro Salvador…” 1ºTimoteo 2:2-3
Muchos cristianos y cristianas de distintas confesiones, pero hermanos, vamos entendiendo cada vez más que no alcanza con orar en nuestros templos o parroquias por los que gobiernan y tiene autoridad, que es necesario materializar cada día más el amor a Dios y a nuestro prójimo. El evangelio nos ayuda a descubrir en Jesús un militante comprometido con el Dios que lo envía, con el pobre y con el pueblo pobre.
Las autoridades civiles también merecen nuestro respeto y cooperación, siempre y cuando esto no signifique transgredir nuestra adhesión al proyecto liberador de Jesucristo, al Reino de Dios, o no signifique ser cómplices de políticas que ponen en riesgo la vida, la paz y los derechos de nuestro pueblo.
Pero esto no debe ser mal usado, una “supuesta” lealtad a Dios no puede hacernos esquivar nuestras responsabilidades políticas y ciudadanas.
Cuando observamos la inacción del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires frente a las realidades que vive cada vecina y vecino de la ciudad, cuando escuchamos que se desalojan familias todos los días y quedan en la calle, que los trabajadores pierden su empleo, que en los hospitales no hay insumos, que en las escuelas no hay gas y se caen a pedazos, que se prestan espacios culturales para banquetes millonarios, que se persigue a los que piensan distinto, etc. no sólo debe despertar la necesidad de orar, sino de actuar comprometidamente en favor de nuestro pueblo, de organizarnos, movilizarnos para defender la vida, porque no se dice pero está en peligro.
Concluyamos este humilde pensamiento, con un proverbio que nos haga seguir reflexionando, para luego poder actuar.
“El hombre que se encapricha a pesar de las advertencias será derribado de un golpe y sin remedio. Cuando los justos están en el poder, el pueblo se alegra, cuando domina un malo, el pueblo gime.” Proverbios 29:1-2
Por los Pastores Diego Mendieta y Gabriela Guerreros
Dinos, ¿es contrario a la Ley pagar el impuesto al César? ¿Tenemos que pagarlo o no?” Pero Jesús vio su hipocresía y les dijo: “¿Por qué me ponen trampas? Tráiganme una moneda, que yo la vea.” Le mostraron un denario, y Jesús les preguntó: “¿De quién es esta cara y lo que está escrito?” Ellos le respondieron: “Del César.” Entonces Jesús les dijo: “Devuelvan al César las cosas del César, y a Dios lo que corresponde a Dios.” Jesús, pues, los dejó muy sorprendidos. San Marcos 12:13-17
En este pasaje, los fariseos y herodianos que políticamente eran adversarios se confabulan y conspiran para tentar a Jesús y tenderle una nueva trampa, pero Jesús aprovecha esta oportunidad para dar una lección. Lección que podemos aprovechar, como vecinos y vecinas de la Ciudad de Buenos Aires.
Jesús el Nazareno llama a sus seguidores, los que había adherido al proyecto del Reino de Dios, a mantener la integridad de sus vidas, es decir no manejar un doble discurso, patrón o estándar.
Cuando Jesús dice: “Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”, nos está diciendo que nos mantengamos siempre fieles a Dios. Y si de ser fieles a Dios se trata, no hay mejor manera que expresarlo siendo fiel a nuestro pueblo pobre y humilde, a los trabajadores y sus derechos, a nuestra madre tierra, a nuestros niños y adolescentes, a nuestros ancianos… a la vida. Nos está diciendo que le respetemos siempre, y no solo en el templo frente al público, sino en toda instancia de nuestra vida.
El Apóstol Pablo en su primera carta a Timoteo lo aconseja diciendo:
“Se debe orar por los que gobiernan y por todas las autoridades, para que podamos gozar de una vida tranquila y pacífica, con toda piedad y dignidad. Esto es bueno y agrada a Dios nuestro Salvador…” 1ºTimoteo 2:2-3
Muchos cristianos y cristianas de distintas confesiones, pero hermanos, vamos entendiendo cada vez más que no alcanza con orar en nuestros templos o parroquias por los que gobiernan y tiene autoridad, que es necesario materializar cada día más el amor a Dios y a nuestro prójimo. El evangelio nos ayuda a descubrir en Jesús un militante comprometido con el Dios que lo envía, con el pobre y con el pueblo pobre.
Las autoridades civiles también merecen nuestro respeto y cooperación, siempre y cuando esto no signifique transgredir nuestra adhesión al proyecto liberador de Jesucristo, al Reino de Dios, o no signifique ser cómplices de políticas que ponen en riesgo la vida, la paz y los derechos de nuestro pueblo.
Pero esto no debe ser mal usado, una “supuesta” lealtad a Dios no puede hacernos esquivar nuestras responsabilidades políticas y ciudadanas.
Cuando observamos la inacción del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires frente a las realidades que vive cada vecina y vecino de la ciudad, cuando escuchamos que se desalojan familias todos los días y quedan en la calle, que los trabajadores pierden su empleo, que en los hospitales no hay insumos, que en las escuelas no hay gas y se caen a pedazos, que se prestan espacios culturales para banquetes millonarios, que se persigue a los que piensan distinto, etc. no sólo debe despertar la necesidad de orar, sino de actuar comprometidamente en favor de nuestro pueblo, de organizarnos, movilizarnos para defender la vida, porque no se dice pero está en peligro.
Concluyamos este humilde pensamiento, con un proverbio que nos haga seguir reflexionando, para luego poder actuar.
“El hombre que se encapricha a pesar de las advertencias será derribado de un golpe y sin remedio. Cuando los justos están en el poder, el pueblo se alegra, cuando domina un malo, el pueblo gime.” Proverbios 29:1-2
Por los Pastores Diego Mendieta y Gabriela Guerreros
No hay comentarios:
Publicar un comentario