EL
EVANGELIO Y
LA
ORGANIZACIÓN POPULAR
MULTIPLICAN
LA VIDA
Al volver los apóstoles, contaron a Jesús
todo lo que habían hecho. El los tomó consigo y se retiró en dirección a una
ciudad llamada Betsaida, para estar a solas con ellos. Pero la gente lo supo y
partieron tras él. Jesús los acogió y volvió a hablarles del Reino de Dios
mientras devolvía la salud a los que necesitaban ser atendidos. El día
comenzaba a declinar. Los Doce se acercaron para decirle: “Despide a la gente
para que se busquen alojamiento y comida en las aldeas y pueblecitos de los
alrededores, porque aquí estamos lejos de todo.” Jesús les contestó: “Denles
ustedes mismos de comer.” Ellos dijeron: “No tenemos más que cinco panes y dos
pescados. ¿O desearías, tal vez, que vayamos nosotros a comprar alimentos para
todo este gentío?” De hecho había unos cinco mil hombres. Pero Jesús dijo a sus
discípulos: “Hagan sentar a la gente en grupos de cincuenta.” Así lo hicieron los discípulos, y todos se
sentaron. Jesús entonces tomó los cinco panes y los dos pescados, levantó los
ojos al cielo, pronunció la bendición, los partió y se los entregó a sus
discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta
saciarse. Después se recogieron los pedazos que habían sobrado, y llenaron doce
canastos.
San Lucas 9:10-17
El evangelio relata la multiplicación de
los panes y peces. Este hecho milagroso
se cuenta varias veces en otros evangelio incluso en el Evangelio según San
Marcos lo hace dos veces, lo que demuestra no sólo que el evento posee un alto
valor histórico, sino que también es fundamental para comprender la misión de
Jesús.
Jesús está cerca de Betsaida y tiene
delante de él una gran multitud de personas pobres, enfermas y hambrientas, es
a este pueblo oprimido y marginado al que Jesús se dirige “hablándoles del
reino de Dios y sanando a los que lo necesitaban” - v. 11-.
Jesús dialoga con sus discípulos y
seguidores. En este diálogo se pone en evidencia dos visiones de esa realidad.
Por una parte la visión de los apóstoles, ellos quieren enviar a la gente a los
pueblos vecinos para que se compren comida, proponen una solución “cómoda y
desencarnada”, y por otro lado la visión de Jesús, que se hace cargo desde el
compromiso y el amor, dejando la prueba incuestionable de que el anuncio del Reino
de Dios abarca también soluciones a las necesidades materiales de la gente.
La respuesta de Jesús es “dadles vosotros
de comer” - v. 13 - y no sólo es provocadora por los pocos alimentos que había
sino que también intenta poner en claro
la misión de los discípulos desde ese momento en adelante, allí en el desierto
cerca de Betsaida y a lo largo de toda la historia de la Iglesia. Los
seguidores de Jesús estamos llamados a colaborar con Jesucristo preocupándonos
por el anuncio del Evangelio y por conseguir el pan para nuestras hermanas y hermanos.
Un pueblo desorganizado siempre padecerá hambre y miseria.
El evangelio especifica que Jesús dijo a sus discípulos: “Hagan sentar a
la gente en grupos de cincuenta. Así lo
hicieron los discípulos, y todos se sentaron”. Esto no es otra cosa que LA ORGANIZACIÓN DE UN PUEBLO OPRIMIDO. Aunque
hoy muchos optan por la posición de los discípulos y se sacan de encima la
responsabilidad que tenemos con nuestro pueblo, con el pobre y marginado; el
anuncio del evangelio y la tarea pastoral de la Iglesia o nuestro compromiso
cristiano debe acompañar, fomentar o fermentar en la ORGANIZACIÓN POPULAR.
Después de que los discípulos organizaron
a la gente, Jesús “tomó los cinco panes y los dos peces, levantó los ojos al
cielo, pronunció la bendición, los partió y se los iba dando a los discípulos
para los distribuyeran entre la gente” -v. 16 -. La organización era la clave
para que el milagro de la multiplicación del pan, los peces y la vida se
materializaran.
La Iglesia de Jesucristo, debe asumir
definitivamente su compromiso en la construcción de una nueva sociedad,
igualitaria, justa y solidaria. Debe ser ella una herramienta de liberación
frente a las estructuras de muerte de este siglo. La Iglesia de Jesucristo es
quien tiene que poner los panes y los peces sobre la mesa y convocar a la
organización y a la lucha para ser definitivamente libre.
Como termina este milagro?, que “Todos comieron hasta saciarse”. Esa debe
ser la meta, que todas y todos sean satisfechos, felices y alegres porque tienen
su pan, sinónimo de trabajo, salud, educación y vivienda digna, etc.
El evangelio y la organización popular, multiplican la vida
Pastores
Diego Mendieta y Gabriela Guerreros
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