CAMINO A PENTECOSTÉS

CAMINO A PENTECOSTÉS

Cuando venga el Protector que les enviaré desde el Padre, por ser él el Espíritu de verdad que procede del Padre, dará testimonio de mí. Y ustedes también darán testimonio de mí, pues han estado conmigo desde el principio.Les hablo de todo esto para que no se vayan a tambalear. Serán expulsados de las comunidades judías; más aún, se acerca el tiempo en que cualquiera que los mate pensará que está sirviendo a Dios. Y actuarán así porque no conocen ni al Padre ni a mí. Se lo advierto de antemano para que, cuando llegue la hora, recuerden que se lo había dicho.
No les hablé de esto al principio porque estaba con ustedes. Pero ahora me voy donde Aquel que me envió, y ninguno de ustedes me pregunta adónde voy. Se han llenado de tristeza al oír lo que les dije, pero es verdad lo que les digo: les conviene que yo me vaya, porque mientras yo no me vaya el Protector no vendrá a ustedes. Yo me voy, y es para enviárselo.
Cuando venga él, rebatirá al mundo en lo que toca al pecado, al camino de justicia y al juicio. ¿Qué pecado? Que no creyeron en mí. ¿Qué camino de justicia? Mi partida hacia el Padre, ustedes ya no me verán. ¿Qué juicio? El del príncipe de este mundo: ya ha sido condenado.
Aún tengo muchas cosas que decirles, pero es demasiado para ustedes por ahora. Y cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, los guiará en todos los caminos de la verdad.
El no viene con un mensaje propio, sino que les dirá lo que escuchó y les anunciará lo que ha de venir. El tomará de lo mío para revelárselo a ustedes, y yo seré glorificado por él. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso les he dicho que tomará de lo mío para revelárselo a ustedes. 

San Juan 15:26 - 16:15

Biblia Latinoamericana

Estamos acercándonos a la celebración del evento fundante de la Iglesia/Comunidad, Pentecostés, y significa celebrar la presencia,  llenura y acompañamiento de Dios; la certeza de que nunca nos abandona, que siempre camina con nosotros y nosotras, en los momentos tristes y en los momentos de alegría.

Antes de su muerte, Jesús anunciaba la venida del Espíritu Santo sobre cada uno de sus seguidores/as, y la misión que cumpliría entre los suyos. Era un anuncio esperanzador y el anticipo  de que vendrían tiempos difíciles para los discípulos y  que no debían vacilar.

Luego del asesinato de Jesús se desencadenó una violenta represión y persecución contra sus seguidores/as: quienes creyeron en la propuesta de liberación fueron encarcelados, torturados, desaparecidos, dispersados y diezmados. Por todas partes, experimentaron el temor, la angustia y la incertidumbre.

Cuando el miedo o el temor se apodera de nuestras vidas nos paraliza y bloquea la esperanza. No sabemos qué hacer ni dónde ir. Nos sentimos arrinconados e inmovilizados. Así se sentían los/as seguidores/as de Jesús y no era para menos: habían presenciado la prepotencia imperial/romana del cruel y cobarde asesinato de Jesús,  y ésto los/as golpeó profundamente. Estaban temerosos/as y angustiados/as, la luz de la esperanza -que era Jesús- se había apagado.

El evangelio de San Juan (cap. 20) nos cuenta más adelante que Jesús ya resucitado los busca, los encuentra y con una gran alegría los saluda desde el fondo de su corazón: "¡Shalom! ¡La Paz sea con ustedes!“ Les grita con su voz victoriosa: aquí estoy…  ha fracasado el Imperio de la Muerte… tengan confianza, recuperen la esperanza, hay que organizarse de nuevo, hay que recorrer las aldeas, restablecer los contactos, marchemos hacia la victoria...

Jesús resucitado les reitera la bendición y dijo: “así como el padre me envió a mí así yo los envío a ustedes.” Hay que ponerse de nuevo en el camino para anunciar  la Buena Noticia; hay que gritar más fuerte para denunciar los atropellos e injusticias, hay que abrir más nuestros corazones a la solidaridad con los que sufren, hay que acompañar, entregándolo todo,  a los que sueñan y luchan.

El Resucitado sopló sobre ellos, con toda la fuerza del amor a la vida y del compromiso con la lucha les proclama: “reciban el Espíritu Santo…”. Reciban la fuerza del Dios de la Vida que nos impulsa a luchar por la paz, la justicia y la verdad. Reciban las fuerzas que nos permite acompañar y defender a los débiles frente a los poderosos. La fuerza que nos constituye en  comunidad en un globalizado donde reina el egoísmo.

El médico Lucas, en su evangelio (24:36-49) nos relata la misma escena, pero nos deja un detalle importante de cara a la celebración de Pentecostés. Los discípulos/as militantes del Evangelio habían recibido la promesa de la venida del Espíritu Santo, que acompañaría la tarea de proseguir la misión de Jesús, pero ellos/as tenían  que quedarse en Jerusalén hasta que sean investidos/as de ese poder. No sólo tenían que vencer la ansiedad y el miedo, sino  que también tenían que estar en el lugar y en el momento indicado.

El capítulo 2 del Libro de los Hechos certifica que esto ocurrió: el derramamiento del Espíritu Santo hace parir una Iglesia/comunidad que sería popular y revolucionaria.

Estimados/as Hermanos/as y compañeros/as: estamos de camino a Pentecostés, y es éste el tiempo donde toda comunidad creyente y militante de la propuesta liberadora de Jesús, debe darse  un profundo tiempo de reflexión y discernimiento, y allí verá si ha vencido los miedos que impiden el renacer de una nueva comunidad, y si está en el lugar y momento indicado.

Que este Pentecostés nos encuentre en este espíritu.

Pastor Diego Mendieta y  Pastora Gabriela Guerreros

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