viernes, enero 07, 2011

SOLIDARIOS CON LOS LEPROSOS DE HOY

SOLIDARIOS CON LOS LEPROSOS DE HOY 
Estando Jesús en uno de esos pueblos, se presentó un hombre cubierto de lepra. Apenas vio a Jesús, se postró con la cara en tierra y le suplicó: “Señor, si tú quieres, puedes limpiarme”. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda limpio”. Y al instante le desapareció la lepra. Jesús le dio aviso que no lo dijera a nadie. “Vete, le dijo, preséntate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación como ordenó Moisés, pues tienes que hacerles tu declaración”. La fama de Jesús crecía más y más, a tal punto que multitudes acudían para oírle y ser curados de sus enfermedades. San Lucas 5:12-15 

Estamos inaugurando un nuevo año, y como comunidad creyente, militante del Evangelio, de la paz y la justicia, debemos seguir siendo inspirados por el Espíritu de Cristo y la palabra de Dios, pues la misma es “inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en el bien”. 

Hemos dejado atrás un año cargado de luchas, disputas y reivindicaciones. Durante las mismas ha quedado en claro dónde está parado/a cada uno/a y cuáles son las motivaciones que nos impulsan. Nos sorprendimos ante la hipocresía de aquellos/as hermanos/as y compañeros/as que fueron cómplices del pecado de la dominación y la avaricia, del desinterés y la desidia, de la discriminación y xenofobia, del delito y la corrupción...enarbolando las banderas de la liberación, de la vida, la paz, la justicia, de la libertad e incluso de Dios. Pero también dejamos atrás un año de logros y conquistas, y recordemos que hemos comulgado juntos/as en las calles para alcanzarlas. Esta tarea inconclusa demandará mayor esfuerzo en este nuevo año, para buscar la materialización y profundización de lo conseguido, y para terminar definitivamente con el sufrimiento de nuestro pueblo. 

El relato que nos presenta el evangelio de Lucas está íntimamente relacionado con el primer discurso pastoral y profético de Jesús al comenzar su ministerio, pues la sanidad del leproso es nuevamente una señal que confirma el compromiso y la protección, la solidaridad y la misericordia que Jesús quiere repartir con los pobres de su tiempo. 

El leproso que se presenta ante Jesús es un hombre excluido a nivel religioso, social y político, ya que la lepra - en el Antiguo Testamento - era considerada como un castigo de Dios (Levíticos 13: 46),que convertía a la persona en impura. Por lo tanto, era excluida socialmente y forzada a vivir a las afueras de la ciudad, abandonada en campamentos, privada de todo contacto, del trabajo, de la salud, de la contensión, etc. 

La realidad del leproso que nos narra el evangelista y médico Lucas es la realidad que padecen muchos/as hermanos/as y compañeros/as de nuestra hermosa Latinoamérica. La Pobreza es la lepra que carcome la dignidad de cada una de estas personas, y son discriminadas y expulsados como aquel leproso. Miles han sido forzados a vivir en las afueras de su tierra, entonces cruzan fronteras y emprenden un largo camino, porque socialmente son “impuros”: pobres. Otras personas del interior de nuestro país se trasladan a las grandes capitales, porque les roban sus tierras y las explotan junto a su familia. 

Jesús es un claro ejemplo de compromiso y militancia con el Evangelio, la paz y la justicia. Él rompe con esa sesgada comprensión religiosa, social y política, se acerca y entabla un contacto directo con aquél hombre pobre y leproso. Es en ese diálogo fraterno y profundo donde Jesús discierne y conoce el sufrimiento y la fe de aquél leproso. Es en ese acto de solidaridad e identificación donde comienza a crearse el milagro; y la lepra comienza a erradicarse de su cuerpo. Cada vez que ejercitamos la solidaridad y logramos identificarnos con la necesidad del otro se crea el milagro de la vida y se recupera la dignidad. El milagro que Jesús realiza consiste en reinsertar al leproso a la sociedad, restituyéndole la dignidad como persona, como creación e hijo de Dios. 

Estimados/as hermanos/as y compañeros/as, como miembros de la comunidad creyente y militante del Evangelio, de la paz y la justicia debemos preguntarnos: ¿estamos actuando solidariamente con las personas que hoy son marginadas y expulsadas? 

Pastores Diego Mendieta y Gabriela Guerreros


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