SOLIDARIOS CON LOS LEPROSOS DE HOY
Estando Jesús en uno de esos pueblos, se presentó un hombre cubierto de lepra. Apenas vio a Jesús, se postró con la cara en tierra y le suplicó: “Señor, si tú quieres, puedes limpiarme”. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: “Lo quiero, queda limpio”. Y al instante le desapareció la lepra. Jesús le dio aviso que no lo dijera a nadie. “Vete, le dijo, preséntate al sacerdote y haz la ofrenda por tu purificación como ordenó Moisés, pues tienes que hacerles tu declaración”. La fama de Jesús crecía más y más, a tal punto que multitudes acudían para oírle y ser curados de sus enfermedades. San Lucas 5:12-15
Estamos inaugurando un nuevo año, y como comunidad creyente, militante del Evangelio, de la paz y la justicia, debemos seguir siendo inspirados por el Espíritu de Cristo y la palabra de Dios, pues la misma es “inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en el bien”.
Hemos dejado atrás un año cargado de luchas, disputas y reivindicaciones. Durante las mismas ha quedado en claro dónde está parado/a cada uno/a y cuáles son las motivaciones que nos impulsan. Nos sorprendimos ante la hipocresía de aquellos/as hermanos/as y compañeros/as que fueron cómplices del pecado de la dominación y la avaricia, del desinterés y la desidia, de la discriminación y xenofobia, del delito y la corrupción...enarbolando las banderas de la liberación, de la vida, la paz, la justicia, de la libertad e incluso de Dios. Pero también dejamos atrás un año de logros y conquistas, y recordemos que hemos comulgado juntos/as en las calles para alcanzarlas. Esta tarea inconclusa demandará mayor esfuerzo en este nuevo año, para buscar la materialización y profundización de lo conseguido, y para terminar definitivamente con el sufrimiento de nuestro pueblo.
El relato que nos presenta el evangelio de Lucas está íntimamente relacionado con el primer discurso pastoral y profético de Jesús al comenzar su ministerio, pues la sanidad del leproso es nuevamente una señal que confirma el compromiso y la protección, la solidaridad y la misericordia que Jesús quiere repartir con los pobres de su tiempo.
El leproso que se presenta ante Jesús es un hombre excluido a nivel religioso, social y político, ya que la lepra - en el Antiguo Testamento - era considerada como un castigo de Dios (Levíticos 13: 46),que convertía a la persona en impura. Por lo tanto, era excluida socialmente y forzada a vivir a las afueras de la ciudad, abandonada en campamentos, privada de todo contacto, del trabajo, de la salud, de la contensión, etc.
La realidad del leproso que nos narra el evangelista y médico Lucas es la realidad que padecen muchos/as hermanos/as y compañeros/as de nuestra hermosa Latinoamérica. La Pobreza es la lepra que carcome la dignidad de cada una de estas personas, y son discriminadas y expulsados como aquel leproso. Miles han sido forzados a vivir en las afueras de su tierra, entonces cruzan fronteras y emprenden un largo camino, porque socialmente son “impuros”: pobres. Otras personas del interior de nuestro país se trasladan a las grandes capitales, porque les roban sus tierras y las explotan junto a su familia.
Jesús es un claro ejemplo de compromiso y militancia con el Evangelio, la paz y la justicia. Él rompe con esa sesgada comprensión religiosa, social y política, se acerca y entabla un contacto directo con aquél hombre pobre y leproso. Es en ese diálogo fraterno y profundo donde Jesús discierne y conoce el sufrimiento y la fe de aquél leproso. Es en ese acto de solidaridad e identificación donde comienza a crearse el milagro; y la lepra comienza a erradicarse de su cuerpo. Cada vez que ejercitamos la solidaridad y logramos identificarnos con la necesidad del otro se crea el milagro de la vida y se recupera la dignidad. El milagro que Jesús realiza consiste en reinsertar al leproso a la sociedad, restituyéndole la dignidad como persona, como creación e hijo de Dios.
Estimados/as hermanos/as y compañeros/as, como miembros de la comunidad creyente y militante del Evangelio, de la paz y la justicia debemos preguntarnos: ¿estamos actuando solidariamente con las personas que hoy son marginadas y expulsadas?
Pastores Diego Mendieta y Gabriela Guerreros
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