PACIENCIA Y PERSEVERANCIA PARA CAMBIAR LA CIUDAD

PACIENCIA Y PERSEVERANCIA PARA CAMBIAR LA CIUDAD

Jesús les propuso otra parábola: "Aquí tienen una figura del Reino de los Cielos. Un hombre sembró buena semilla en su campo, pero mientras la gente estaba durmiendo, vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo y se fue.
Cuando el trigo creció y empezó a echar espigas, apareció también la cizaña. Entonces los servidores fueron a decirle al patrón: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, viene esa cizaña? "Respondió el patrón: "Eso es obra de un enemigo." Los obreros le preguntaron: "¿Quieres que arranquemos la cizaña?" "No, dijo el patrón, pues al quitar la cizaña podrían arrancar también el trigo. Déjenlos crecer juntos hasta la hora de la cosecha. Entonces diré a los segadores: Corten primero la cizaña, hagan fardos y arrójenlos al fuego. Después cosechen el trigo y guárdenlo en mis bodegas."

San Mateo 13:24-30

Biblia Latinoamericana

Frecuentemente solemos dividir o discriminar a la gente, y agruparla u organizarla con principios y criterios que, por supuesto, creemos que son correctos. Solemos atribuirnos el rol de Dios cuando adelantamos el juicio eterno y colocamos por un lado a quienes a nuestro juicio son "los malvados"; y por el otro a "los buenos".

En el tiempo de Jesús los poderosos (políticos y religiosos) legitimaban este tipo de prácticas, sobre todo si algún sector no pensaba como ellos- o no defendía los mismos intereses-. 

Y como la historia avanza en espiral, pareciera que esto se actualiza una y otra vez y toma la cara del nuevo momento histórico: en estos días post-electorales la Ciudad de Buenos Aires se encontró atravesada por esta discusión. De un lado quedó la mayoría "mala", que elige un proyecto de sociedad para pocos, que elige los hospitales y escuelas cayéndose, sin gas para amortiguar el frío; un proyecto que es incapaz de combatir contra la pobreza -por neoliberal, por antipopular- y entonces combate contra los pobres...La mayoría eligió la basura en las calles, la apuesta a las escuelas y negocios privados, la insensibilidad social "tapada" con publicidad cara y marketing.

En el texto de hoy, Jesús alumbra este tema con el discurso pedagógico en el que nos habla del Reino de Dios con esta parábola: un campesino sembró en su campo semillas de trigo buenas, pero en la larga noche vino su enemigo y sembró, en medio del trigo, cizaña. Jesús cuenta que el trigo creció, que la buena semilla dio frutos; pero apareció también la cizaña, que no es cualquier hierba, que también da frutos... pero venenosos. Los empleados cuestionaron al patrón sobre la calidad de la semilla, pues no podían entender de donde había salido ese fruto que estaba arruinando la siembra. El patrón sabía que era obra de su enemigo. Inmediatamente los obreros atinaron a arrancar la cizaña, pero como el patrón sabía que arrancarían también el trigo, se los impidió. El dueño del campo invitó a sus empleados a tener paciencia y a esperar los frutos, pues éstos marcarán una clara diferencia y entonces sí, lo bueno será almacenado y lo malo será echado al fuego. Jesús permanentemente les enseñaba a sus seguidores/as que la construcción del Reino de Dios iba a tener grandes obstáculos, que no sería fácil, pero les garantizaba su acompañamiento en la tarea de construir un mundo nuevo.

Podemos deducir una enseñanza para nosotros/as, los/as impacientes: esa construcción demanda paciencia, humildad y perseverancia; la misma que debemos alimentar frente a aquellas personas que no han alcanzado un nivel de humanidad suficiente que les permita entender y aceptar una sociedad de iguales donde reine la justicia. Podemos también mirando nuestro pasado histórico como país que la lucha siempre estuvo y que las mayorías no por ser mayorías son sabias al ejercer sus derechos, no siempre son "la voz de Dios".

No es tiempo de erigirnos en jueces, de separar el trigo de la cizaña, sino de oponerle al proyecto de muerte nuestras luchas por la vida buena de todos y todas, y no de una minoría. Sabemos que es difícil, pues mientras tanto muchos/as sufren las consecuencias de estas políticas de "mal gobierno" en sus vidas, en sus cuerpos; y eso nos duele.

Hermanos y hermanas: que la santa paciencia nos dé paz para seguir las batallas; humildad para amar a nuestros semejantes y esperanza de que de los corazones porteños renazca el bien y combatamos entre todos/as la mala semilla, pues sabemos de sus frutos amargos.

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